La satisfacción es un concepto complicado en tierra de Marvel. Por un lado, cada trozo de información previa al estreno es obsesivamente consumido con expectación febril. Pero al aproximarse el debut, un repentino silencio se apodera de los fans más acérrimos que, para evitar los spoilers, abandonan sus teléfonos celulares y se esconden en un lugar oscuro hasta que no haya moros en la costa y los multicines abran sus puertas. Es un angustioso baile entre querer saber de todo y nada al mismo tiempo, y nunca cesa. Ningún final de Marvel (usualmente) dura más allá de los créditos.
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